Los padres tenemos mucho que decir a nuestros hijos; sin embargo, si no acertamos con el modo de hacerlo, probablemente no les llegue el mensaje y todo nuestro esfuerzo no servirá de nada. La forma de hablar con un hijo o una hija adolescente no puede ser la misma que utilizábamos hace unos años, cuando era un niño o una niña. Ahora está en una edad diferente, llena de transformaciones y de nuevas experiencias, su universo ha cambiado y a nosotros ya no nos ve igual que antes. Por eso, tenemos que cambiar nuestro registro comunicativo.
Para que nuestra comunicación con nuestros hijos adolescentes sea más eficaz deberíamos tener en cuenta algunas consideraciones generales, como estas:
- Afrontar con calma el conflicto. Un conflicto es una ocasión para educar. Si lo eludimos estamos validando lo que ha hecho o ha dicho; si lo silenciamos, lo damos por bueno.
- Comenzar nuestro diálogo siempre con un comentario positivo, mirándole a los ojos y estableciendo un contacto físico.
- Tratar un solo tema cada vez e intentar verlo desde su punto de vista. Abrumarle con muchas cuestiones, aunque sean importantes, no lleva más que a confundirle y a desanimarle. Ser específicos y breves.
- No dramatizar ni perder el control. Si lo hacemos, estaremos cerrando puertas. Cuando estamos nerviosos decimos lo que no queríamos decir y tomamos decisiones poco razonables.
- Nunca prejuzgar ni ponerle trampas. Debemos ir siempre con la verdad por delante, decir las cosas claras y no intentar engañarle. Evitar los dobles mensajes y las ambigüedades.
- Respetar su intimidad. Aceptar las confidencias que nos quiera hacer, sin forzar, y no desvelarlas jamás.