miércoles, octubre 16, 2013

PARADOJA FIVE

Tener un hijo por fecundación in vitro (FIV) parece la última oportunidad para las parejas que no pueden conseguirlo de un modo natural. Quienes han pasado por esta experiencia reconocen que es un proceso caro, muy absorbente y, si al final no tiene éxito, frustrante. Pero también puede ser innecesario en muchos casos. Diversos estudios han documentado que no pocas mujeres que se someten a la FIV conciben luego un hijo de modo natural.
Así lo confirma un artículo publicado en The Australian and New Zealand Journal of Obstetrics and Gynaecology.1 Los autores recopilaron datos de 434 mujeres de Melbourne y Sydney desde su primer parto, 198 de las cuales habían concebido sus hijos de modo natural y 236 mediante reproducción asistida. Dos años después del primer nacimiento, el 33% de las mujeres que se habían sometido a la reproducción asistida habían tenido un hijo de modo natural, mientras que en el otro grupo la proporción era del 40%.
Las mujeres cuya infertilidad había sido diagnosticada como de origen “desconocido” tenían el doble de probabilidad de tener un hijo de modo natural que las otras cuya infertilidad se atribuía a una causa específica. El director del estudio, Dr. Karen Wynter, explicó que estos embarazos inesperados podían deberse a que algunas de las mujeres sufrían una endometriosis no diagnosticada, y que el primer embarazo contribuyera a aliviar algunos de los síntomas asociados con esta patología, con lo que el segundo embarazo resultaría más fácil.
La aparición de embarazos naturales en mujeres que se han sometido a la FIV se ha observado también en otros estudios, como el realizado en Francia por el Instituto Nacional de Salud e Investigaciones Médicas (INSERM) y publicado en Fertility and Sterility en abril de 2012. Los autores comprobaron que el 17% de quienes consiguieron ser madres a través de la FIV, más tarde pudieron concebir un hijo de forma natural. Asimismo, el 24% de las mujeres que no tuvieron éxito con la reproducción asistida, lograron con posterioridad ser madres sin ella.
El porcentaje es mayor cuanto más joven es la mujer y cuando la causa de la infertilidad es desconocida. Esto implica que muchas parejas no son totalmente infértiles y recurren demasiado pronto a la técnica cuando solo necesitarían tener más paciencia.
Otros casos que desafían las expectativas médicas son los de bebés prematuros, nacidos tras menos de seis meses de gestación, y que logran salir adelante. En Gran Bretaña han sido noticia en los últimos meses varios casos de bebés de 23 semanas que han sobrevivido en buenas condiciones.
En agosto dejó el hospital de Liverpool el bebé de la familia Giorgiu, que pesaba solo un kilo cuando nació el pasado abril, y que tuvo que ser operado por un problema de corazón a las seis semanas de vida. Hoy pesa tres kilos y medio.
Otro caso es el de la niña Esme Poulson, nacida con 23 semanas, a la que los médicos daban mínimas probabilidades de supervivencia. Hoy tiene ocho meses y buena salud.
Según un estudio de 2006 de la British Medical Association, los bebés prematuros de seis meses tenían una probabilidad de supervivencia del 19%. Pero los avances de la Medicina están mejorando la tasa de supervivencia. Estos progresos ponen en evidencia cada vez más la ley del aborto británica, que mantiene el límite del aborto en las 24 semanas de embarazo. Ha habido diversos intentos de reducir ese plazo, antes con el gobierno laborista y ahora con los conservadores, pero nunca ha habido apoyo parlamentario suficiente.

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