domingo, marzo 22, 2009

ABUELOS

Victoria Cardona








Hace poco una abuela me escribía este correo electrónico: "Trabajo media jornada, cuando termino voy a casa de mi hija y cuido de los nietos que tienen cuatro, siete y nueve años hasta las nueve de la noche, cuando llegan mi yerno o mi hija para sustituirme. He de decirte con toda franqueza que me dolería mucho no ayudarles, creo que me sentiría decepcionada, cuando estoy con los pequeños me olvido de todos los males, ya que cuando llego a casa siempre me encuentro con un marido reclamándome la cena y habitualmente de mal humor".
Otra abuela me comentaba: "Con mi marido nos aburrimos. He optado por no hablar nada ni demostrar mis sentimientos. Cuando comento algo parece que hable con una pared. En cambio si los hijos y los nietos están con nosotros, aunque no quitan la mesa, dejan los juguetes o los vídeos desordenados y todo hecho una leonera, prefiero este jaleo que quedarme con mi marido a solas".
Estas situaciones son fáciles de arreglar con buena voluntad. Seamos optimistas: ¡abuelos, todavía no se ha perdido todo, podemos coger un abanico e ir soplando fuerte, alguna brasa se reavivará y cuando la llama queme se irá ampliando y surgirá el fuego! Puede ser un proceso lento o rápido, depende de muchos factores. Cada uno que busque soluciones, pero se han de encontrar…
A todos nos gustaría poseer una varita mágica como el hada de La Cenicienta, pero no somos ni hadas ni magos. Ahora bien, pensando en estos problemas de soledad o de incomunicación en el matrimonio como los de las dos abuelas que nos han hecho su confidencia, nos preguntamos: ¿puede estar el abuelo deprimido y por eso no existe diálogo?, ¿podría pensar que su mujer le ha abandonado desde que han llegado al mundo los nietos?, ¿tal vez se ha jubilado recientemente y le cuesta adaptarse al cambio?, ¿hemos de acompañarlo al médico?
Respondamos, sinceramente, abuelas: ¿cuánto tiempo hace que no salimos juntos al cine?, ¿cuál ha sido la última vez que nos hemos mirado al espejo tratando de resultar más atractivas físicamente para estar por casa?, ¿cuánto tiempo hace que no hemos ido a cenar a aquel restaurante donde nos encontrábamos tan bien los dos, de excursión o de viaje, por querer estar todo el día pendiente de los nietos?
El amor de la pareja jubilada ya viene reforzado por todo lo que se ha vivido y trabajado el amor con los años. Si uno no queda arrinconado, puede ser el tiempo de la contemplación, de actividades conjuntas, de más comprensión mutua, de emprender objetivos de compromiso social tan necesarios hoy. Aprovechemos la edad de oro para hacer labores de servicio y solidaridad para con los demás.
No puedo dejar de recordar que es necesario estar disponible para los hijos y para los nietos, pero jamás debemos estar en medio y que la primera ilusión debe estar centrada en seguir con el amor sincero que un dia, lejano ya, unió unas vidas para toda la vida.
No podemos olvidar, abuelos, vivir las costumbres que teníamos para proteger nuestro amor y ponerlo al día como cuando éramos más jóvenes.

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