viernes, noviembre 16, 2007

BENEVOLENCIA

Uno de los secretos del buen humor consiste en obligarse a mirar el lado bueno de las personas con quienes debemos relacionarnos. Esta costumbre nos conduce a practicar otro valor que, como la alegría, es una señal de fortaleza interior y una de las condiciones que aseguran nuestra felicidad: el pequeño valor de la benevolencia.

Se trata de la benevolencia hacia los que no viven bajo el mismo techo, ya que en el interior de toda familia, salvo rarísimas excepciones, existe un clima de gran cariño entre todos. Si la familia es una cuna de valores, nuestro hogar ha de ser uno de aquellos dentro del cual no se habla mal de los ausentes, y donde todos hallan buen acogimiento.

Ver lo bueno

La benevolencia consiste, en primer lugar, en juzgar al prójimo con buenos sentimientos, no querer disminuir sus méritos, en regocijarse sinceramente por sus éxitos. Existe una tendencia instintiva que mueve a muchos a creer más fácilmente el mal que el bien. Pero la persona benévola, al contrario, empieza por rehusar dar crédito a la falta hasta que no tenga pruebas segura; después de esto, si la falta resulta cierta, se impone el silencio, al menos que sea para encontrar una excusa o circunstancia atenuante.

En vez de notar en el prójimo la sombra que atenúa el brillo de sus cualidades, acordémonos de que no habría sombra si faltara el sol, y esforcémonos en considerar todo lo que tiene de bueno y el bien que hace. Seamos los primeros en alabar sus buenas cualidades y acciones por las que nos son superiores.

Espíritu crítico

Conviene poner cuidado en saber distinguir entre el espíritu crítico y el espíritu de crítica. El primero es loable; gracias ó él, distinguimos lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, el bien del mal. Nos pone al abrigo de impulsos temerarios. El espíritu de crítica consiste en todo lo contrario: es la manía de no ver más que el mal e incluso desearlo. Del mismo modo que un murmurador se intoxica con la propia amargura que destila, así el que usa de benevolencia se enriquece de todas las bellezas, que admira en los demás. En el hogar, la reputación del prójimo no debe quedar nunca empañada.

Además, en nuestra casa todos deben encontrar buena acogida. Este es cl segundo aspecto del valor de la benevolencia, que entra espontáneamente a tomar parte de las preocupaciones de los demás.

Existen casas a cuya puerta nunca se llama en vano. Allí se encuentra, si no el auxilio inmediato necesario, a lo menos el interés y la simpatía, que es lo primero que nos conforta.

La intimidad familiar no queda encerrada en la estrechez de un egoísmo colectivo; antes se dilata con la satisfacción de poder ser útil a los demás. Las buenas familias no critican a nadie, pero no dejan demostrar interés por todos. Su puerta, sus manos, su corazón están abiertos de par en par para aquellos a quienes pueden prestar algún servicio. Y ya reciben su recompensa con la satisfacción de haberse mostrado benévolos.

FICHA PRÁCTICA: Hablar bien de los demás

SITUACIÓN: Los Martínez son una familia con cuatro hijos de 5, 8, 11 y 14 años respectivamente. Juan, el padre, trabaja como empresario y, preocupado por el ambiente de su empresa, está recibiendo un curso para mejorar las relaciones personales en el trabajo. En concreto, uno de los objetivos que se había propuesto para su empresa consistía en hablar bien de los demás, mejor callarse que criticar. Estos podían ser los lemas.

Juan, además, relacionó esto con su propia familia y se quedó algo preocupado, porque en su casa a veces se criticaba, o mejor, se hablaban de ciertos asuntos de otras personas. Cuando llegó a casa, lo habló con su esposa y llegaron a la conclusión de que sería una buena idea mejorar en casa en este punto. Ambos reconocieron que no le habían dado demasiada importancia hasta la fecha y que también ellos “hablaban” de los demás, dando un mal ejemplo a los hijos.

OBJETIVO: Vivir la benevolencia, no criticar a los demás nunca.

MEDIOS: Juan y Amalia, su mujer, acordaron que este tema sería de lo que hablaran en la tertulia del sábado con todos los hijos. Se trataba de montar una campaña para que toda la familia junta mejorara en esta cuestión; todos se apoyarían y todos lucharían por sacarlo adelante. Iba a ser divertido.

MOTIVACIÓN: El hecho de que papá y mamá se incluyeran en el objetivo fue una motivación muy fuerte para los hijos. En la tertulia hablaron de que así se mejoraría la alegría en la familia, porque estar más pendientes de no hablar mal llevaría a preocuparse de los demás. Los pequeños, en un exceso de sinceridad, contaron que en clase habían criticado a un compañero. Y se sentían mal.

Acordaron que si alguien ve que otro critica, se lo diría a papá en secreto. Incluso si es papá el que cae, también se lo harían saber.

HISTORIA-RESULTADO: La tertulia fue todo un éxito. Todos estaban por la labor. Antes, mamá previsoramente había hablado con Laura, la mayor, de 14 años, para buscar su apoyo y ganársela. Como habían comprobado en muchas otras ocasiones, cuando Laura apoya, todos van detrás. Laura supo portarse muy bien como la mayor y aliada de sus padres. Juan, incluso, se sorprendió pensando en cómo había crecido y que ya era toda una mujercita.

Llevamos una semana con este plan de acción y ha pasado de todo. A veces bajamos la guardia, porque lo más fácil resulta hablar mal. Pero también es evidente que existe un clima de mejora claro en casa, que todos nos esforzamos. Estamos muy satisfechos, aunque haya todavía mucho camino que recorrer.

COMENTARIO: Hablar mal de los demás, criticar, murmurar… son vicios para atajar cuanto antes. Resulta más alegre esforzarse por ser personas de una pieza, de las que sabemos que no nos critican por la espalda.
José Antonio Alcázar

1 comentario:

L.V. dijo...

HAY que saber reírse de uno mismo siempre